Finalista del concurso de microrrelatos eróticos
Me crucé a mi primer amor una calurosa tarde de primavera y no pude mirarle a los ojos.
Tampoco me hizo falta, reconocería hasta en el más profundo infierno el aroma a vainilla y cedro de su cuello, tan meticulosamente pensado, tan poco sutil como inconfundible.
Me crucé con ella pero no, no le dirigí ni una mísera palabra. ¿Cómo podría, mi amor? Si sé lo que hago cada vez que te recuerdo. Si mi lubricación sigue llevando tu nombre.
Cómo hablarte sin contarte que pienso en tus dedos cuando otros me rozan. Que detesto beber tequila si no es desde tu ombligo. Que el sudor no me excita si no es el de tu piel y que aún veo tu sello rojo en mi cigarro.
Cómo podría mirarte sin pensarte desnuda, agitada, excitada con el calor de mi aliento y el roce de mi lengua. Cómo decir "hola" si sueño con susurrar "córrete".
Cómo podría hablar ahora que el maldito aroma de tu cuello ha vuelto a cortar mi respiración.