Alrededor del 60% de las mujeres en España tiene dolor en la vagina, especialmente a la hora de recibir la penetración. Hay personas que sienten dolor desde siempre, hay quienes lo sienten desde hace poco. Las causas pueden ir desde malas experiencias hasta cosas que no podemos ni llegar a identificar. Hay quienes se conforman, quienes se frustran y quienes se sienten culpables y solxs.
Como nadie debería sentirse solx, vamos a abordar esta cuestión porque identificarse con algo que nos pasa puede ser muy tranquilizador. Para empezar, el dolor en la vagina es una señal de nuestro cuerpo que algo no está funcionando como debería. A continuación, te explicamos por qué sucede y qué hacer para poder disfrutar del sexo plenamente y sin dolor.
¿De qué estamos hablando?
A diferencia de lo que creías, cuando hablamos de dolor en la penetración, hablamos de dispareunia y no de vaginismo.
El primer concepto se refiere a cuando sí se puede recibir la penetración (con un tampón, un dedo, un juguete sexual o un pene), pero sientes dolor en alguna zona de tu vagina (en la entrada, en el medio o en el fondo).
El vaginismo, en cambio, es cuando no se puede realizar la penetración porque los músculos de la vagina se contraen de tal manera que es imposible introducir nada en ella.
Generalmente nos equivocamos refiriéndonos al dolor con la palabra “vaginismo”, pero ahora ya sabes que esto está relacionado con la dispareunia.
¿Qué hacer o cómo evitar el dolor en la penetración?
En primer lugar, para encontrar el origen de este dolor durante la penetración, te aconsejamos acudir ante todo a especialistas de ginecología para comprobar que no haya ninguna complicación orgánica. Es decir, el dolor durante la penetración vaginal puede estar relacionado con los músculos vaginales, pero también con endometriosis, disfunciones dermatológicas, alguna infección o ITS.
Tras haber realizado pruebas para descartar complicaciones orgánicas, si tu ginecólogx te dice que físicamente está todo bien, puedes acudir a fisioterapeutas del suelo pélvico, quienes te indicarán si toca relajar los músculos de la vagina, si hay que tonificarlos, fortalecerlos o hacerlos más flexibles (si es que les falta movilidad). Lo cierto es que los músculos vaginales tienen mucho que ver con el dolor en la penetración, ya que como todos los músculos del cuerpo, pueden presentar contracturas y lesiones.
¿Por qué ocurre el dolor en la penetración?
Esta incomodidad puede darse solo en ciertos momentos, por ejemplo, que sientas dolor al tener sexo con alguien, pero no cuando te pones un tampón o una copa menstrual. O puede ser un dolor circunstancial, como por ejemplo después de dar a luz. Aunque también puede que sea algo generalizado, es decir, que se da la mayoría de las veces indistintamente.
El dolor puede tener un origen psicológico (estrés, una mala experiencia sexual en el pasado, ansiedad anticipatoria), o físico, como la endometriosis (cuando el tejido que cubre el interior del útero crece fuera de este provocando inflamaciones), vulvodinia (infección en la entrada de la vagina), vulvovaginitis, liquen…
Inlcuso podríamos tener una causa mixta: tanto factores psicológicos como orgánicos coexisten y se retroalimentan.
Finalmente, si tras pruebas y consultas médicas, las causas no coinciden con lo que hemos dicho anteriormente, puede que el dolor a la penetración sea causado por cuestiones más relativas a la esfera sexual. Por ejemplo:
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Falta de juego erótico
Una buena manera de recuperar el juego “previo” es la incorporación de juguetes sexuales como Neo Plus o Diva para recorrer el cuerpo de tu pareja y que ella haga lo mismo contigo. Es importante no caer siempre en las mismas rutinas sexuales e ir innovando, siempre y cuando sepas cuáles son tus límites y experimentes con total comodidad para ampliar tu repertorio erótico.
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Falta de excitación o erotismo
La excitación va muy ligada al erotismo y el erotismo se genera mediante la seducción, la comunicación erótica, el dirty talk… con el objetivo de generar expectativa. Cada persona tiene su propia definición de lo erótico y la cuestión es encontrar la forma de comunicarlo, sin pensar en la performance ni los estándares pornográficos. Para generar expectativas, estos son los grandes aliados: aceites de masajes, velas, lectura de relatos eróticos o el juego de cartas Atrévete.
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Falta de lubricación
La falta de lubricación puede deberse por una cuestión psicológica (estrés, ansiedad, depresión, etc), hormonal (menopausia, ingesta de medicamentos) o relativo a los músculos pélvicos (como más rígidos están menos lubricación vaginal hay). Haya falta de lubricación o no, el lubricante siempre es un buenísimo aliado en tus relaciones sexuales porque no solo aumenta el placer, sino también la seguridad (es más difícil que se rompa un preservativo o que haya una herida).
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La postura concreta o la posición del útero
Algunas posturas pueden ser más dolorosas que otras por la posición en la que se encuentra el útero cuando está habiendo penetración. Es importante experimentar posturas distintas y entender si el dolor es debido a la postura o la experiencia que tenemos en esa postura. Si te duele, prueba a cambiar de postura o propón cambiar a sexo oral.
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Estrés o ansiedad
A veces nos cuesta desconectar de nuestra rutina ajetreada y llena de preocupaciones. El estrés, por ejemplo, activa nuestro sistema nervioso simpático y esto nos impide relajarnos y disfrutar del sexo. Por este motivo, te recomendamos probar el mindful sex.
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Falta de concentración
¿Has oído hablar alguna vez del spectatoring? Puede que tenga mucho que ver con tu dificultad de focalizarte en tus relaciones sexuales.
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Falta de relajación y sentimiento de tensión
Con la vida ajetreada que llevamos, es difícil olvidarnos de las preocupaciones y quehaceres de nuestra rutina. Por este motivo, para entrar en un estado de relajación y liberar tensiones, mucha gente practica el precare antes de ponerse a tener relaciones sexuales.
Por otro lado, siempre es beneficioso acudir a un especialista en sexología para abarcar estas temáticas con un acompañamiento experto que te proporciona distintas herramientas de gestión.
Poco a poco
A continuación, te proponemos varios ejercicios para volver a disfrutar de tu cuerpo y, por supuesto, del sexo.
1. Conoce tu cuerpo y tu vulva
Lo primero es que busques una postura cómoda, relajada. Puedes ponerte de cuclillas o tumbadx con las piernas en el aire y dobladas para facilitar la relajación de los músculos vaginales. Coge un espejo y ubica las zonas de tu vulva. Esto permite reconocer tu vulva y, por tanto, que tu cerebro tenga consciencia de ella.
¿Puedes ubicar todas las partes del dibujo en tu vulva? Si te apetece, puedes ir tocando tu vulva con el espejo delante y ver que sensaciones te da que zona.
2. Explora tu deseo sexual
El deseo sexual es el impulso que nos lleva a tener relaciones sexuales, ya sea a solas o en pareja y se trabaja mediante las fantasías sexuales, que es lo que excita a nuestra mente y lo que propicia una buena respuesta sexual. Para potenciar el imaginario sexual y las fantasías, podemos leer relatos, novelas o podcasts eróticos hasta encontrar alguna que nos excite. Si te animas, ¡puedes probar de escribir tu propio relato erótico!
3. Hazte un masaje consciente
Se trata de un masaje en el que descubrir tu cuerpo, tus zonas de placer, pero con dos condiciones: tu mente tiene que estar presente donde lo esté tu mano y sin la finalidad de llegar al orgasmo, sino de disfrutarlo y conocerte. La regla clave es sentir, y ya está. Nada de juicios. Así pues, cuando te sientas preparadx, coge un poco de lubricante y, usando tus dedos, dale un cariñoso y delicado masaje en círculos a tus labios internos, a tu clítoris y también al orificio vaginal.
Sin ninguna prisa y disfrutando del momento, continúa este movimiento y prueba a aplicar distintos tipos de presión y a hacerlo más rápido, más lento o ampliando los círculos. ¿Te gusta lo que sientes?
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Ten en cuenta que, como te decíamos al inicio, el dolor es una señal de nuestro cuerpo que debemos escuchar y que de ninguna forma deberíamos normalizar. Aquí hemos compartido algunas sugerencias para disfrutar de ti, de tu cuerpo y del sexo, pero te recomendamos que, si este es tu caso, acudas a especialistas que te orientarán sobre cómo tener una vida sexual plena y sana, sin sacrificar nada de lo que te propones.