¿Crees que tus relaciones sexuales no son sanas?

¿Crees que tus relaciones sexuales no son sanas?

Descubre si tienes una relación sana con el sexo con estas red flags

A veces, nuestras creencias sobre el sexo pueden afectar de forma negativa a nuestra forma de vivir la sexualidad. Nuestra relación con el sexo puede llegar a ser tóxica o negativa si nos marcamos unos estándares que no estén basados en nuestras preferencias, sino en la idea que la sociedad nos ha impuesto sobre el mismo, según la cual hay una frecuencia sexual determinada, una duración establecida, y ciertas prácticas “obligatorias” en las relaciones sexuales. Si nuestras relaciones sexuales no encajan en estos estándares, lo más probable es que pensemos que estamos haciendo algo mal y esto nos genere malestar. 

En este artículo te traemos unas red flags que te servirán de guía para detectar si tu relación con el sexo puede no ser del todo sana... 

En los últimos tiempos se da la tendencia de etiquetar a personas de tóxicas, pero es importante destacar que ¡no hay personas tóxicas! Son ciertos comportamientos, actitudes, pensamientos y actos los que resultan tóxicos. Catalogar a una persona de tóxica es una forma de simplificar algo tan complejo como el comportamiento humano. Y es que cualquier persona puede tener comportamientos tóxicos, como puede ser la manipulación, el control, el desprecio, la culpabilización o la falta de empatía. Estos comportamientos también pueden darse en la esfera sexual... ¡así que atentx a estas red flags! 

Red flags en el sexo 

Si te sientes identificadx con estas situaciones tóxicas en relación al sexo... ¡tal vez deberías trabajar algunos aspectos de tu sexualidad!

Tienes relaciones sexuales sin ganas, solo por complacer a la otra persona, o llevas a cabo alguna práctica que no te apetece por miedo a su reacción. 

Es importante ser sincerxs con nosotrxs mismxs y con nuestra pareja sexual. Complacer a la otra persona no es tu responsabilidad, y no tienes que sentirte culpable por no tener ganas de tener sexo. Por otra parte, si hay alguna práctica para la que no te sientas preparadx o que simplemente no te apetece probar, tampoco tienes que sentirte en la obligación de llevarla a cabo... ¡Las relaciones sexuales tienen que ser divertidas y, sobre todo, deseadas por ambxs!

Ceder ante la insistencia para llevar a cabo ciertas prácticas sexuales. 

Si tienes claro que hay alguna práctica que no te apetece probar o para la que no estás preparadx, ¡escúchate! Que la insistencia de otras personas no haga que invalides tu opinión o tus necesidades. Saber comunicar qué prácticas nos apetecen y cuáles no es esencial para que disfrutemos del sexo. Si acabas forzándote a hacerlo, es posible que te genere malestar o sensaciones negativas. 

Llevar a cabo ciertas prácticas sexuales solo porque “todo el mundo las hace”. 

Que el imaginario colectivo sexual incluya ciertas prácticas como “obligatorias” no quiere decir que tú tengas que llevarlas a cabo si no te gustan o no te apetece practicarlas. El sexo es tan plural como las personas que lo practican y debe adaptarse a vuestras preferencias, ¡y para acceder a él no tienes por qué pasar por lo que la sociedad te impone que es el sexo!

Que se dé por sentado que quieras llevar a cabo ciertas fantasías que has comentado. 

Es importante saber desvincular las fantasías de la realidad. Aunque hayas tenido cierta fantasía en un momento dado que haya podido excitarte, no tienes que querer llevarlas a cabo. Recuerda que las fantasías son parte de nuestra imaginación, en cambio, cuando queremos convertir una fantasía en realidad, es cuando podemos hablar de deseos.  

No preguntar a tu pareja sexual si algo le está gustando por miedo a cortar el rollo. 

Recuerda, el sexo empieza mucho antes de que nos desnudemos: la comunicación es una de las formas más potentes de expresar el erotismo y, para que sea eficaz, debemos antes sentirnos cómodxs haciéndolo. Lo importante es que sepas que no hay una fórmula universal: cada persona y pareja sexual debe encontrar la suya y amoldarla a su forma de interactuar. 

Autoexigencia sexual. 

La autoexigencia en el terreno sexual puede derivar en ansiedad, sentimiento de inferioridad e incompetencia, vergüenza y culpa: 

  • Exigirte una duración determinada: las relaciones sexuales no tienen una duración concreta, siempre que ambxs disfrutéis de la experiencia. 
  • Exigirte tener que llegar al orgasmo sí o sí: de la misma manera, la presión que supone tener que llegar al orgasmo puede volverse en nuestra contra y provocar que no nos dejemos llevar para disfrutar del camino... ¡El sexo no tiene como objetivo el orgasmo! 
  • Aspirar a llegar al orgasmo a la vez que tu pareja sexual: llegar al orgasmo a la vez, además de ser muy complicado ya que cada unx tiene unos ritmos diferentes, no es indicativo de que la experiencia sexual sea más satisfactoria o menos. 
  • Exigirte un nivel de deseo sexual: si tú estás conforme con tu nivel de deseo, no tienes que verte en la necesidad de exigirte tener más o menos. Nadie tiene el mismo nivel de deseo y, si nosotrxs vivimos a gusto con el nuestro, ¡esto no debe hacernos sentir mal!  
Hablar de tus gustos y preferencias sexuales sea un tabú o genere problemas en la relación de pareja. 

Escuchar y comprender las preferencias sexuales de la pareja sexual también es clave para demostrar el valor y el respeto que le tenemos... ¡comunicación al poder! 

Sentirte mal por masturbarte a solas teniendo pareja por pensar que estas traicionándola. 

La masturbación es una herramienta de autoconocimiento poderosísima: nos ayuda a conocer nuestro cuerpo y nuestras fantasías. Y esto ayudará a enriquecer nuestra vida sexual en pareja, ¡así que di adiós a la culpabilidad! Además, tampoco es algo que debas esconderle a tu pareja, ya que la masturbación es un aspecto de tu sexualidad completamente natural y sano. 

 

Si te sientes identificadx con alguna de estas red flags, quizás haya que empezar a trabajar en cambiar algunas de las creencias acerca de la sexualidad. Para ello, recuerda que el diálogo siempre será la mejor vía para empezar a construirla, para poner límites y para explicar qué te gusta a tus parejas sexuales.

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