Definición, causas y posibles soluciones de la imposibilidad de eyacular
Las dificultades sexuales pueden afectarnos a muchos niveles. Sobre todo, debes saber que no es algo de lo que debas avergonzarte y que puedes trabajar en ello conociendo el origen de la dificultad.
Qué es la aneyaculación
La aneyaculación se define como la ausencia total de eyaculación durante la actividad sexual. |
Las personas que padecen aneyaculación situacional no pueden eyacular conscientemente durante la actividad sexual, pero a menudo son capaces de tener erecciones normales, eyacular durante la masturbación e incluso tener emisiones nocturnas.
De hecho, en ocasiones puede darse específicamente en el sexo en pareja o en actividades sexuales concretas.
Posibles causas de la aneyaculación
Aunque se trata de un fenómeno relativamente infrecuente en la población general, cada año se registran más de 12.000 nuevos casos de aneyaculación*. Esta afección puede ser consecuencia de diferentes condiciones médicas, como una lesión medular, de una disección de ganglios linfáticos retroperitoneales, de una diabetes mellitus, de una mielitis transversa, de una esclerosis múltiple o por causas psicológicas**.
Dentro de estas últimas, puede haber varios factores determinantes, como:
- Falta de conciencia del propio cuerpo: la desconexión con el cuerpo nos aleja del placer e incluso puede afectar a su correcto funcionamiento. Por eso es tan importante el autoconocimiento a través de la autoexploración***.
- Inhibición psicológica debida a la culpa o al miedo a la pérdida de control: el sexo es mucho más mental de lo que pensamos y, por eso, si lo vinculamos a sentimientos como la culpa o el miedo, podemos experimentar dificultades***.
- Orientación autosexual: la orientación autosexual solo nos permite excitarnos con nuestra propia percepción, lo que puede resultar perjudicial para algunas funcionalidades sexuales en pareja***.
- Ansiedad de rendimiento: estar centradx en complacer a la pareja no tiene por qué ser malo, pero cuando esto se convierte en una obsesión provocada por la ansiedad de cumplir unas expectativas, nuestro propio placer quedará relegado a un segundo plano***.
- Sentimientos hacia la pareja: en ocasiones, especialmente en parejas que tienen cierto bagaje, se generan sentimientos de resentimiento y hostilidad que pueden afectar a la hora de relacionarnos sexualmente con la pareja***.
- Factores conductuales: incluyen una preferencia por la masturbación y una mayor excitación y disfrute con ella que con las relaciones compartidas. Esto suele traducirse en un tipo de masturbación vigorosa que es difícil de reproducir en el sexo en pareja.
- Otros factores que contribuyen a la dificultad de eyacular son la incapacidad de comunicar a la pareja las preferencias de estimulación y la disparidad entre la realidad del sexo con la pareja y la fantasía sexual durante la masturbación****.
Posibles soluciones a la aneyaculación
Entre los tratamientos que han demostrado ser eficaces para la aneyaculación psicógena (o sea, la que no se da por factores médicos) se incluyen la terapia sexual, la estimulación con vibrador, la electroeyaculación y otras técnicas para producir eyaculación****.
Lo más importante es que consultes esta dificultad con tu médicx para descartar que se trate de una afección física y, una vez descartada, acudas a terapeutas especialistas que puedan ayudarte a abordarlo desde la psicología.
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La dificultad para eyacular puede abordarse desde la parte física y la psicológica, así que, si se trata de un asunto que afecta a tus relaciones, no dudes en buscar ayuda.
* Schuster TG, Ohl DA. Diagnosis and treatment of ejaculatory dysfunction. Urol Clin North Am. 2002;29:939–48.
** Richardson D, Nalabanda A, Goldmeier D. Retarded ejaculation-a review. Int J STD AIDS. 2006;17:143–50.
*** Sadock BJ, Sadock VA, Ruiz P, Kaplan HI, editors. Philadelphia: Wolters Kluwer Health/Lippincott Williams & Wilkins; 2009. Kaplan and Sadock's Comprehensive Textbook of Psychiatry.
**** Althof SE. Psychological interventions for delayed ejaculation/orgasm. Int J Impot Res. 2012;24:131–6.