Nada es igual para todo el mundo y nadie debería pensar que la perfección existe
La gimnasia acrobática es un deporte en el que llevas tu cuerpo al límite y las lesiones forman parte del día a día de lxs deportistas. El 26 de febrero de 2015, tras una caída durante un entrenamiento, me lesioné gravemente rompiéndome la tibia y el peroné. A raíz de una negligencia médica, me tuvieron que amputar la pierna. Yo tenía 16 años.
Esa es una edad difícil para todo el mundo, convives con muchas inseguridades. A mí, por ejemplo, me generaba inseguridad tener el cuerpo tan tonificado debido al deporte, pero esa inseguridad me la generaron los chicos de mi edad cuando me decían macholo. A todas esas inseguridades normales en una chica adolescente, tuve que añadirle el hecho de aceptar mi nuevo cuerpo con una pierna amputada. El proceso no fue fácil, pero me ha ayudado a conocerme y a conocer mis límites. Espero que todo el trabajo que estoy haciendo sirva para que haya un cambio real en la sociedad.
Así es como me adapté a mi nuevo cuerpo
El día que me amputaron mi pierna derecha, lo más difícil de asimilar fue tener que dejar la gimnasia por un lado y, en segundo lugar, tener que aceptar mi nuevo cuerpo. Me acuerdo de que una de las primeras cosas que pensé fue que no iba a tener novio nunca. A ver, tenía 16 años, qué quieres.
Como no podía hacer gimnasia y no quería coger peso, dejé de comer. Sin embargo, esto no me estaba ayudando a mi recuperación porque no tenía fuerzas. Cambié de chip cuando me dijeron: “Si no comes, no vas a poder ponerte la prótesis, y la prótesis es lo que te va a dar libertad”. Ese fue un día muy importante.
Una vez aceptado el hecho de que no iba a recuperar mi pierna, quise saber cómo iba a ser mi vida con la prótesis. Me costó encontrar información. Lo único que encontré fue gente inglesa o americana que contaba cómo era su vida con una discapacidad en YouTube. Todo esto cambió el día que conocí a Irene Villa. A ella le pude hacer todas esas preguntas que se te pasan por la cabeza, que igual son muy tontas, pero que no se las vas a preguntar a tu madre porque no va a saber qué decir. El hecho de ver que ella tenía una vida completa me ayudó a pensar que yo también la podía tener. Eso me tranquilizó, me hizo sentir más arropada y segura. Ahora intento hacer lo mismo con otra gente.
La anécdota de la discoteca que cambió mi vida
Cuando empecé a volver a salir de fiesta, yo siempre iba con pantalones largos, porque si llevo pantalones largos no se me nota nada la prótesis. Fuimos a una discoteca con mis amigas. Me lo estaba pasando genial, y un chico se me acercó. Y empezamos a bailar. Entonces me tocó la pierna y notó que estaba dura. Llegó el momento incómodo y me lo preguntó: “¿Por qué tienes la pierna así tan dura?” Entonces tuve que explicarle todo, que tuve una lesión y que me tuvieron que amputar la pierna y que por eso llevo una prótesis… En ese momento pensé: "Si enseñara la prótesis, me ahorraría muchas explicaciones". Cuando estás en una discoteca no te apetece empezar a contarle a la gente que tuviste una lesión deportiva. Lo que te apetece es bailar y punto. Además, si enseñaba la prótesis, tenía la seguridad de que la gente que se me acercaba se acercaba sabiendo que tengo una discapacidad, y que eso no es nada malo. Así que la prótesis tiene una cosa buena: me ahorra tener que tratar con gente estúpida.
Ese fue un momento en el que hice clic y decidí que quería una prótesis que se viera bonita y acorde a mi personalidad. Yo me considero muy alegre, y una prótesis con purpurina era perfecta para mí. Así que le pedí a mi ortopeda que me la hiciera así y a partir de ese día bailo sin dar explicaciones a nadie.
Mi primera foto en Instagram con prótesis
Es difícil de identificar lo que me ayudó a ganar más autoestima. El deporte, por ejemplo, me ayudó a empezar a mostrar la prótesis en público, ya que esto me costaba mucho. No subía ninguna foto en Instagram ni en mis redes sociales con la prótesis, pero un día esto cambió. Fue el día que fui a entrenar y conocí a otrxs compañerxs con discapacidad. Nos sacamos unas fotos, y ellxs las colgaron en sus redes sociales. Yo me sentí con la obligación de colgarla porque pensé: “A ver si van a pensar que no la quiero colgar porque no quiero que la gente me vea con otras personas con discapacidad”. Obviamente no tenía nada que ver con eso, sino con el hecho de que yo aún no me sentía segura y preparada para subir una foto que se me viera la prótesis. Al final la colgué, y fue un paso grande porque abrirte en las redes sociales es abrirte al mundo. Ahora todos las fotos que tengo en Instagram se me ve la prótesis y no pasa nada porque ya no lo escondo para nada.
La sexualidad y la discapacidad
Mi primera relación sexual fue después del accidente. No tenía ni idea de qué se hacía con la prótesis. ¿Tenía que tener relaciones sexuales con ella o sin ella? Empecé a salir con un chico, y cuando me sentí cómoda, lo hicimos. Y lo hicimos siempre con la prótesis, porque en ese momento no me atrevía a quitármela delante de la gente. El muñón, para mí, era muy íntimo. Incluso más íntimo que otras partes del cuerpo.
La relación con este chico se acabó, y cuando llegó la segunda experiencia sí que ya decidí hacerlo sin la prótesis. Ya me sentí cómoda. Estaba en otro punto de mi aceptación. A partir de ahí decidí que una persona con la que tenía confianza e iba a compartir mi sexualidad tenía que conocer todo de mí. No tenía sentido esconderle el muñón. No era lógico.
También me ayudó mucho hablarlo con mis amigas que tienen alguna discapacidad, a quienes conocí gracias al deporte. Aprendí que, aunque es verdad que al principio me hubiera gustado tener a alguien de confianza para poder preguntarle sobre sexualidad es algo que también tienes que ir descubriéndolo tú. Porque nunca nada es igual para todo el mundo. Entre mis amigas, hay chicas que se sienten más cómodas haciéndolo con la prótesis y otras sin. No hay una regla, lo importante es que cada una lo haga de la forma en la que más cómoda se sienta.
He empezado una revolución: hablemos de la discapacidad
Cuando creé mi canal de YouTube, ¿por qué fue? Pues porque yo, cuando estaba en el hospital y me acababan de amputar la pierna, quería empezar a ver cómo iba a ser mi vida con la prótesis y no encontraba vídeos. En España hay miles y miles de youtubers, ¿cuántos youtubers hay con discapacidad? Así fue cómo decidí hacerlo yo misma. En mis redes sociales intento mostrar como es mi vida con total naturalidad.
Tener una discapacidad no es nada malo. Me enfadan mucho los típicos comentarios de “Ay, pobrecita”. Son comentarios que, al final, son discriminatorios porque la gente se está sintiendo superior a mí por el simple hecho de no tener que llevar prótesis. ¿Pobrecita de qué? Si yo estoy fenomenal. Ahora me estoy acordando de una amiga mía, que también utiliza prótesis y que cuando volvió a salir de fiesta después de que le amputaran la pierna, una persona le hizo un comentario que le impactó bastante y fue: “Con lo que eras... y mírate ahora”. Y bueno, se quedó flipando porque ella sigue siendo la misma. Estos comentarios son muy feos.
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Todavía faltan muchas personas que den a conocer la discapacidad desde su experiencia personal. También falta mucho por hacer en el campo de sexualidad y discapacidad que, aunque tiene que ser con respeto y sin morbo, es un tema que debería hablarse más. Y lo más importante de todo: nadie debería pensar que la perfección existe. El hecho de ser diferentes es bonito. Necesitamos más referentes. Por ejemplo, ya está pasando en la moda; es importante que haya modelos de tallas grandes, pero de tallas grandes de verdad, y es importante que haya modelos con discapacidad. La sociedad es diversa y tiene que potenciarse. No descarto que algún día me meta en política.
Contado por Desirée Vila
Escrito por Mariona Rodríguez