Llorar después de hacer el amor puede ser confuso, pero es algo mucho más normal de lo que crees
Estás en pleno acto sexual con tu crush de una noche, tu pareja estable o tu rollito del mes; todo va bien, lo estás disfrutando y gozando. Llegas al orgasmo y, en ese momento, no sabes qué te pasa, pero en lugar de tener un subidón de felicidad, se te viene el mundo abajo y empiezas a llorar. Te encierras en ti mismx y te mueres de la vergüenza. Nunca te había pasado algo así, y no tienes ni idea de lo que ha pasado en tu cabeza. De la euforia a la tristeza más profunda en menos de un minuto. ¿Te ha pasado alguna vez lo de llorar después de hacer el amor? ¿Sabías que es algo más normal de lo que podrías pensar?
A nivel social tenemos muy asumido que tras una relación sexual satisfactoria experimentamos sensaciones y sentimientos positivos. Relajación, ánimo más elevado e incluso mejor humor. Pero… ¿y si eso no es siempre así? A continuación, te contamos un poco más sobre este fenómeno conocido como disforia postcoital.
¿Qué pasa por tu cabeza después del sexo?
Tanto la excitación como el placer sexual se originan en el cerebro. Sí, en muchos casos a través de la estimulación física, pero, en definitiva, la experiencia del placer es básicamente cerebral. Desde el punto de vista fisiológico, el orgasmo es un proceso de liberación física en el que aumenta el flujo sanguíneo y se produce la liberación de la energía o tensión acumulada de la excitación sexual.
Las distintas fases del ciclo sexual
El ciclo de respuesta sexual más común tiene cuatro fases: la excitación, la meseta, el orgasmo y la resolución. Se han hecho muchos estudios sobre los tres primeros conceptos, pero la resolución (lo que vendría a ser el postorgasmo) sigue siendo un ámbito poco estudiado. Se asocia, normalmente, a un sentimiento positivo, aunque algunas personas pueden sentir cambios bruscos de humor, melancolía, irritabilidad, vacío, inquietud, ansiedad… Estos síntomas afectivos que suelen durar entre minutos y horas, además de otros síntomas, formarían parte de lo que se está empezando a denominar como “disforia postcoital”.
Aunque sabemos ya desde hace mucho tiempo que nuestro estado de ánimo puede cambiar con la actividad sexual, todavía nos queda muchísimo para definir esta disforia postcoital.
¿A quién afecta la disforia postcoital?
Los pocos estudios que han sido llevados a cabo por ahora solo se han centrado en mujeres y hombres cisheterosexuales. Indican que entre el 40 y el 46% y hasta el 94% de las personas han experimentado estos sentimientos de tristeza tras una relación sexual satisfactoria y consentida. Aunque se da tanto en mujeres como en hombres, parece ser más frecuente en mujeres. Además, según estos estudios, un gran número de personas experimentan esta sensación tanto tras relaciones sexuales compartidas como tras la masturbación.
Como hemos comentado, estos estudios están en plena evolución. Los psicólogos australianos Joel Maczkowiack y Robert Schweitzer han extendido esta investigación a los hombres en un estudio publicado en el Journal of Sex and Marital Therapy en el que informan de que el 40% de los hombres cisheterosexuales que participaron en el estudio habían experimentado alguna vez este síndrome.
Posibles causas de la disforia postcoital
Aunque le pongamos este nombre tan técnico de disforia postcoital, tenemos que decir que estos síntomas no se consideran actualmente como un trastorno psicológico o psiquiátrico. Y, lo que es más importante, todavía no sabemos su causa, qué es lo que lo está provocando, así que tan solo tenemos algunas especulaciones:
- Cambios en ciertos neurotransmisores: algunas teorías proponen que estas alteraciones anímicas tras el sexo pueden deberse a los cambios que se producen antes, durante y después del orgasmo en ciertos neurotransmisores —esas sustancias químicas con las que las neuronas se comunican entre ellas. Esto puede tener sentido, ya que se estima que un tercio de las personas solo experimentan los síntomas tras el orgasmo.
- Raíz más psicológica: en ocasiones se asocia esta disforia postcoital con la capacidad de procesamiento de las emociones de la persona, el estrés, una historia de abuso físico y sexual e incluso con el hecho de experimentar otras disfunciones sexuales.
La forma de vivir nuestra sexualidad es un mix entre lo que ocurre en nuestro cerebro, el contexto que nos rodea, nuestras experiencias y la manera que tenemos de entender lo que nos pasa. Queda aún mucho por investigar sobre este tema, pero si estos síntomas te ocurren de manera persistente e interfieren en tu vida sexual, no dudes en ponerte en contacto con profesionales de la psicología o de la sexología.
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El espectro del placer humano y lo que sentimos tras el orgasmo es un gran universo aún por descubrir. Si después de hacer el amor o de llegar al clímax necesitas llorar, llora todo lo que puedas y, sobre todo, no te sientas culpable por eso. Recuerda que la comunicación es tu mejor aliada y sigue experimentando.