Éxtasis

Éxtasis

Finalista del concurso de microrrelatos eróticos

Me cruce a mi primer amor una calurosa tarde de primavera. Sólo podía pensar en Patricio, su rostro, su sonrisa y en esos ojos suyos que me transportaban a los confines más oscuros y perversos de mi ser.

Tan solo con recordar su mirada, mi cuerpo se estremecía y ardía en deseo. Por un momento traté de controlarme, pero era inútil, me sentía deseosa.
Comencé a bajar la mano y jugar con mi cuerpo. En mi mente solo aparecía su rostro, sus labios, sus manos abrazándome con ternura.

Mi sexo estaba húmedo e hinchado a tal grado que el simple roce con mis dedos me estremecía. Empecé a moverme con intensidad mientras en mi mente imaginaba cómo él me tocaba, me besaba y me acariciaba de forma salvaje y deliciosa. Ya no quise controlarme.

Comencé a tocarme con delicadeza, pero de manera insistente, deseando que aquello no terminara. Pensaba en su respiración sobre mi cuerpo, en cómo besaba cada centímetro de mi desnudez, en las ganas de sentirlo dentro para unirnos en cuerpo y alma.

Sentí cada caricia y beso suyo como si estuviese junto a mí. Quedé atrapada en esa historia que yo creé. Introduje los dedos en mi sexo, mientras con la otra mano tocaba mis senos desnudos, todo se traslucía en la sábana que me cubría. No sé en qué momento me pasó, pero ya no había marcha atrás, cada caricia era suya y mía a la vez, cada estremecimiento me hacía sentir expuesta y ansiosa.

Nunca antes llegué a tal grado del éxtasis. No pude y no quise controlar los gemidos que emanaban de mi boca. Grité.

De nuevo, mientras recuerdo aquella ocasión, mis labios están húmedos y mi vulva caliente, mi cuerpo arde a tal magnitud que siento venir otra vez esa explosión.

Me derrumbo de placer, me tumbo sobre el colchón. Solo siento mis labios contraerse una y otra vez entre mis piernas, que no paran de temblar. Pero no me detengo: mis dedos ya no responden a mis órdenes, se mueven por propio deseo.

He olvidado a Patricio, aquella historia dentro del recuerdo, ahora solo pienso en lo bien que se siente esto, en que cada vez soy yo, soy este cuerpo que se da placer.

Siento cómo un orgasmo llega nuevamente y me contraigo, dejo salir un suspiro mientras mi cuerpo jadeante arde sobre la cama. Comienzo a esbozar una sonrisa mientras lloro de alegría, esto ha sido magia.

Me quedo mirando el techo, incrédula, cómplice de mí misma. Continúo desnuda sobre la cama, no quiero levantarme. Mi rostro sólo esboza una sonrisa llena de satisfacción.

...

Han pasado varios días desde aquella tarde y no dejo de pensar en ese momento. Cada parte de mi cuerpo tiembla solo al recordarlo, y mis labios se contraen mientras siento la humedad entre mis piernas. El recuerdo aviva algo dentro de mí, un cosquilleo recorre mi ser, y sin pensarlo me toco. Comienzo el juego. Este es mi delirio, mi frenesí, mi éxtasis.

 

Myriam Guadalupe Sandoval Rivera

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